No importa la espera, sino el encuentro

Queridos y princesas, a veces el camino de regreso a casa es largo y parece complicado. Cuando sucede, espero en la puerta a mi marido o a mis hijos. Voy y vengo frente a la puerta muchas veces, soy una madre preocupona, llorosa.

Pero cuando por fin aparecen. No importa cuanta haya sido la espera. Corro a sus brazos. Nos miramos y abrazamos, decimos ¿como estas?, ¿has esperado mucho?, ¿ya cenaste?, ¿estabas bien?

- Ahora todo está bien, todo estará bien.

Y una sonrisa amorosa demuestra que la espera ha llegado a su fin. No importa la espera, sino el encuentro.


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